El GTC se está construyendo sobre una superficie de 5.000 m2 en el Observatorio del Roque de los Muchachos (ORM), en la isla canaria de La Palma. Este observatorio, situado al borde del Parque Nacional de la Caldera de Taburiente, en el término municipal de Garafía, se encuentra a 2.400 m sobre el nivel del mar, por encima del “mar de nubes”.
Se trata de un lugar privilegiado para la actividad Astrofísica por la atmósfera transparente y estable que le proporcionan los Vientos Alisios. Allí geografía y clima se unen, proporcionando unas condiciones excepcionales para la observación astronómica, de ahí que en el ORM se encuentre una de las baterías de telescopios más completa del mundo. Es además uno de los lugares mejor estudiados para la observación astronómica. Se llevan a cabo campañas constantes y continuas prospecciones con el fin de analizar sistemáticamente la calidad y transparencia de la atmósfera, garantizando así la calidad observacional.
Pero antes de su creación hubo un largo camino de trabajo e investigación.
La historia contemporánea de la Astronomía en Canarias se inicia con las expediciones astronómicas del siglo XIX. El astrónomo británico Piazzi Smyth demostró por primera vez, en 1856, basándose en las afirmaciones de Newton, que los sitios de gran altitud ofrecían claras ventajas para la observación astronómica. Llegó a esta conclusión después de observar a diversos niveles en Tenerife, desde el mar hasta la montaña de Guajara (2.717 m) y Altavista (3.250 m), junto al pico del Teide. En 1910 el astrónomo francés Jean Mascart vino expresamente a Canarias para ver el paso del cometa Halley. Mascart quedó tan satisfecho de las condiciones para la observación astronómica que ofrecían las cumbres de Tenerife que propuso la creación de un observatorio internacional en la Montaña de Guajara. Todo se paralizó con la Primera Guerra Mundial.
En 1959 numerosos astrónomos de todo el mundo visitaron nuevamente las Islas para observar un eclipse de Sol. Volvió entonces a despertarse el interés por la instalación de un observatorio permanente. Ante la demanda del mundo de la Astronomía y la Astrofísica, España comenzó a dar los pasos necesarios para crear un observatorio astrofísico en Tenerife. Pronto quedaron demostradas las excelentes condiciones del lugar para este tipo de investigación y se inició la formación del primer grupo de Astrofísica español. En la década de los 60 se realizaron las primeras prospecciones astronómicas de Tenerife, basadas en medidas sistemáticas, y en 1970 se inauguraba el Observatorio del Teide (OT), que pasó a depender del rectorado de la Universidad de La Laguna.
En 1964 el Observatorio de Burdeos instaló un telescopio fotoeléctrico en Izaña (OT). Posteriormente, a principios de los 70 se instaló un telescopio Solar y poco después, en 1972, un telescopio para el infrarrojo de 1,5 m (actual Telescopio "Carlos Sánchez").
Demostrada ya la bondad de los cielos canarios para la observación astronómica, se inició en la década de los setenta la construcción del Observatorio del Roque de los Muchachos.
Tras las correspondientes negociaciones con diversas instituciones científicas europeas interesadas en instalar telescopios en Canarias, el observatorio se abrió a la participación internacional con la firma, en 1979, de los Acuerdos de Cooperación en Astrofísica, que regulan la explotación del cielo de Canarias.
El Observatorio del Roque de los Muchachos, (inaugurado en 1985), junto con el Observatorio del Teide, pertenece al Instituto de Astrofísica de Canarias, que tiene su sede central en el Instituto de Astrofísica, dentro del campus de la Universidad de La Laguna. En su conjunto constituyen el Observatorio Norte Europeo (ENO).
LA LEY DEL CIELO
La civilización moderna ha traído consigo numerosos avances que, para no dificultar la observación astronómica, a veces deben ser controlados. Así, la luz excesiva o contaminación lumínica que surge de los núcleos de población, y demás influencias negativas, como la contaminación radioeléctrica, las rutas aéreas y la contaminación atmosférica, están controladas en Canarias desde 1988 por la “Ley del Cielo”, una normativa que preserva la calidad astronómica para los observatorios. Además, el IAC dispone de una Oficina Técnica para la Protección de la Calidad del Cielo (OTPC) centrada en la aplicación permanente de esta ley. También dispone de un grupo científico que se ocupa de hacer un seguimiento continuo de los parámetros que determinan la calidad astronómica de los observatorios del IAC (Grupo de Calidad del Cielo).